Después de ver la final en Cardiff por la UCL ante Juventus (1-4) y de un nuevo trofeo en La Liga Española, debería quedar claro que el Real Madrid es el mejor equipo del mundo en la actualidad. Más aún si a eso le añadimos que en las últimas cuatro ediciones de la Champions el equipo merengue se hizo con la 'orejona' en tres oportunidades. Sin embargo (y afortunadamente), el fútbol no es absoluto, la UCL se juega desde hace más de 50 años y en España no siempre el Madrid ha sido el rey. El presente es maravilloso en la 'Casa Blanca'; sin embargo, el pasado y, sin necesidad de retroceder demasiado, no siempre fue abrazador, más aún cuando su rival de toda la vida vio nacer futbolísticamente a un jugador que revolucionaría por completo la historia reciente de ese club. ¿Barcelona o Real Madrid? ¿Quién es hoy el mejor equipo de España?
Tomemos los últimos 17 años para hablar de historia reciente, el fútbol, desde el año 2000 no fue el mismo desde entonces. A partir del surgimiento de nuevas formas de gestión, nuevos talentos, nuevas camadas de entrenadores (y con ellos nuevas filosofías), el fútbol adquirió otra velocidad, subió de revolución. Por ese entonces, el Barcelona venía regularmente haciéndose con la liga local, Madrid fue el primer campeón del nuevo milenio y, más allá de algún que otro destello del Valencia y del Atlético de Madrid, los 'compadres españoles' fueron los principales autores de La Liga. Desde el 2000, Barcelona campeonó en ocho oportunidades, mientras que Real Madrid en seis. El Rey parece haberse mudado a Cataluña; en esa Copa, los blaugranas alzaron grito cinco veces mientras que los merengues solo dos.
Por la Supercopa de España, la delantera nuevamente la lleva el Barcelona sobre el Real Madrid, siete contra cuatro, respectivamente. A nivel internacional la situación está algo más equilibrada. Cuatro UCL para cada uno, 3 Supercopa de Europa para ambos y lo mismo en el Mundial de Clubes, antes llamada International Cup. Hasta ahí, la preponderancia del Barcelona en títulos es clara; sin embargo, nada de eso hubiera sido posible sin una pieza esencial: Lionel Messi. Y no es coincidencia que justamente en ese famoso año 2000 de la revolución futbolística, llegara un chico de 12 años a probarse en las inferiores del Barza. Todos, absolutamente todos los títulos del Barcelona que anteriormente mencionamos sucedieron a partir del año 2004, año debut absoluto del argentino en el primer equipo.
Messi fue en más de una ocasión determinante ante el Real Madrid, pareciese un jugador predestinado para convertirse en el burlesco verdugo de los merengues. Su primer hattrick como profesional lo hizo ante ellos y desde entonces se ha convertido en el máximo goleador de todos los clásicos, con 23 goles en 34 partidos. Hay un antes y después en Barcelona a partir de Messi, como también lo ha sido para el Real Madrid. En los duelos directos no se debe olvidar el 5-0 de Guardiola ante Mourinho, el 0-4 en la era de Benitez y Luis Enrique, la eliminación en semifinales por la UCL y, sin retroceder mucho, el épico gol de Messi mostrando la camiseta a las gradas al ultimo minuto en el Bernabéu (2-3), cual película cliché de drama deportivo, inmortalizándose como anti héroe en la historia del club blanco.
Que el Real Madrid no olvide que en algún momento la pasó muy mal, que su rival de toda la vida lo humilló en más de una ocasión, que tuvieron que pasar 12 años para poder ganar una nueva Champions League y que cuando pensaron que después de Ronaldinho la pesadilla había acabado, apareció Messi, con el mismo número pero con diferente pierna. No intento, en lo absoluto, menospreciar lo hecho por el Real Madrid, nadie puede negar el profesionalismo y el grado planificación del club blanco; además, el escudo que se lleva en la camiseta los obliga a reinventarse permanentemente sin importar la adversidad que los abrume. Mi objetivo es recordar que, en el nuevo milenio, el fútbol no es sólo Real Madrid y 3 Champions League en 4 años, sino también es Barcelona y sus 30 títulos. Y es ese mismo Barcelona que en las dos últimas ediciones se ha quedado sin orejona, y que la próxima temporada estará con el estómago vacío y la motivación renovada con el objetivo de, nuevamente, comerse el fútbol mundial y dejar en claro que su hegemonía no fue simple casualidad.
Messi fue en más de una ocasión determinante ante el Real Madrid, pareciese un jugador predestinado para convertirse en el burlesco verdugo de los merengues. Su primer hattrick como profesional lo hizo ante ellos y desde entonces se ha convertido en el máximo goleador de todos los clásicos, con 23 goles en 34 partidos. Hay un antes y después en Barcelona a partir de Messi, como también lo ha sido para el Real Madrid. En los duelos directos no se debe olvidar el 5-0 de Guardiola ante Mourinho, el 0-4 en la era de Benitez y Luis Enrique, la eliminación en semifinales por la UCL y, sin retroceder mucho, el épico gol de Messi mostrando la camiseta a las gradas al ultimo minuto en el Bernabéu (2-3), cual película cliché de drama deportivo, inmortalizándose como anti héroe en la historia del club blanco.Que el Real Madrid no olvide que en algún momento la pasó muy mal, que su rival de toda la vida lo humilló en más de una ocasión, que tuvieron que pasar 12 años para poder ganar una nueva Champions League y que cuando pensaron que después de Ronaldinho la pesadilla había acabado, apareció Messi, con el mismo número pero con diferente pierna. No intento, en lo absoluto, menospreciar lo hecho por el Real Madrid, nadie puede negar el profesionalismo y el grado planificación del club blanco; además, el escudo que se lleva en la camiseta los obliga a reinventarse permanentemente sin importar la adversidad que los abrume. Mi objetivo es recordar que, en el nuevo milenio, el fútbol no es sólo Real Madrid y 3 Champions League en 4 años, sino también es Barcelona y sus 30 títulos. Y es ese mismo Barcelona que en las dos últimas ediciones se ha quedado sin orejona, y que la próxima temporada estará con el estómago vacío y la motivación renovada con el objetivo de, nuevamente, comerse el fútbol mundial y dejar en claro que su hegemonía no fue simple casualidad.
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